En la costa del Pacífico, cerca de Buenaventura, en plena selva

    En la costa del Pacífico, cerca de Buenaventura, en plena selva Colombiana.

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    En la costa del Pacífico, cerca de Buenaventura, al oeste de Colombia …a dos horas de Cali, en pleno corazón de la Selva del Litoral,  encontré una pequeña colonia de hijos y nietos de esclavos africanos.

    San Cipriano, herencia con nombre cristiano, me sonaba a conquista española, por suerte, ahora es espacio protegido como parque natural, bañado por el río Danubio me transmitía ese balanceo y paz del vals.

    Después de un incierto y trepidante viaje por casi toda Colombia, San Cipriano era un remanso de calma, despreocupación, risa y simpatía, un spa al aire libre de aguas transparentes, con una vegetación abrumadora, oh y que silencio, en general las ciudades de Colombia la contaminación acústica es bastante alta.

    Llegar a San Cipriano es trasladarse directamente al corazón de África negra. Tardé un rato hasta hacerme con la situación, tenia la sensación de estar en el continente africano, sentía un decalaje de espacio, lugar, tiempo entre lo que veia y lo que escuchaba,   mi cabeza no lo asimilaba, me salía el inglés sin querer, a falta de no hablar Swahili, claro jejeje.

    Solo al escucharles hablar en español me resituaba al continente Suramericano.

     

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    Muy temprano por la mañana, de punta en blanco camino de la escuela.

     

    El ingenio de sus habitantes ha hecho del lugar una atracción para cuántos se atreven a llegar hasta allí. Una estrecha, sin embargo larguísima vía férrea construida en 1870 por un ingeniero y empresario cubano llamado Francisco Javier Cisneros, fue originalmente vía de mercancías en su época, quedando abandonada a la suerte de sus habitantes años después, ahora es una de las arterías principales de la aldea.

    Las plataformas motorizadas sobre la vía férrea son la columna vertebral de la aldea. La vida social pasa por estar cerca de la vía, punto de encuentro de sus charlas e intercambios, de juegos y escapadas a comprar a la gran ciudad.

    Invitándote a adentrarte en la selva, un gran puente de hierro era la antesala al corredor. Con mucha habilidad, unos tablones de madera, cuatro pequeñas ruedas, una banqueta y gracias al motor en la mayoría de los casos de una moto, han encontrado el medio de transporte, además del medio de reclamo turístico tanto para nacionales como extranjeros.

    Listos para la salida

    Admiro su ingenio, la destreza del montaje, la pericia en la conducción. Su ímpetu, la determinación en desear una mejor vida han hecho de la necesidad una oportunidad de negocio y un bien social como diríamos en términos de negocio y sociedad en el primer mundo. La necesidad ha convertido la vía del tren en un enlace  de comunicación con una de las ciudades más grandes y pobladas, Cali, con todo lo que ello conlleva. Propulsados por una moto de poca cilindrada, incluso a veces impulsados por un palo, unos tablones bien montados a modo de asiento, un par de banquetas por vehículo, éste maravilloso invento toma el relevo al tren, transformando sus vidas, readaptando, aprovechando lo poco que tienen, ya que el gobierno local no les proporciona otros medios.

    Me senté en primera línea de la banqueta para ver, vivir y fotografiar el viaje, disfrutando del viento en mi cara mientras atravesábamos la selva. No solo no me decepcionó sino que fue muy divertido y emocionante. El momento complicado venia cuando a la vuelta de una curva podía aparecer en dirección contraria otro vehículo. El corredor aún sin señalizar tomaba entonces las normas de la selva, en un pacto silencioso paraba quien creía que debía, esperando a frenar ante los mínimos metros entre ambas plataformas rodantes. Entonces la caballerosidad hacia gala de presencia y bajábamos para que sus propietarios levantaran el invento descalzándolo de la vía, todos esperábamos en un lateral para dar paso al otro que seguía su camino, colocando de nuevo la plataforma para continuar nuestro viaje.

    Efectivamente, todo estaba controlado, incluso la velocidad que más de una vez me pareció algo excesiva, sin embargo les vi tan seguros que jamás pasé miedo.

    La Guerrilla Colombiana siguiendo la vía férrea a través de la selva

    Todo un viaje, literal, emociones a flor de piel, en medio de la selva, fusionada con la naturaleza, a una cierta velocidad, desplazándonos por encima de una vía de tren con los habitantes del poblado, ni soñando me lo hubiera imaginado, no hay ningún pack de viajes que reúna estos requisitos tan poco artificios, con ingredientes tan auténticos y emocionantes. ¡Qué aventura!.

    Este descubrimiento fue un maravilloso regalo, un micro viaje que me transporto a otra Colombia, un país que no dejaba de sorprenderme.

     

    San Cipriano me invitaba a quedarme más días sin embargo, debía seguir con mi viaje hacia el interior, en dirección al norte de Colombia.

    Hasta pronto, deseo te haya gustado, si quieres compartir tu comentario en @carbonelllidia (Instagram) (Facebook) Lidia Carbonell,  te contestaré desde las redes.

    Gracias por seguirme, un saludo!

    Lídia